Ruta de las Cruces de Benamejí

La Ruta de las Leyendas de las Cruces comprende un conjunto de  cruces con leyenda, a las que sumamos la cruz del Oratorio del Cristo de la Misericordia, la cruz de Mayo, y el vía crucis de Jesús del Alto, un recorrido lleno de tradición, belleza y leyenda que hacen al visitante sentir la magia romántica que las envuelve.

A lo largo de este agradable paseo cultural, encontraremos cruces situadas en pequeñas hornacinas de casas particulares de la localidad, vestidas con las tradicionales coronas de flores de talco propias de Benamejí, cruces que fueron originadas por acontecimientos trágicos (La cruz de Ismael (C/ Antequera), cruz de Morales (C/ Lucena), cruz de García (C/ Martínez Victoria) y la cruz del Boticario (a 2 km. del casco urbano), otras tienen un origen histórico o religioso y se encuentran en enclaves destacados del municipio marcando con su presencia el paisaje de la localidad.

La ruta tiene una duración aproximada de 1:30 h. y una extensión de 5,34 km.

01 Cruz de Morales

02 Cruz del Oratorio

03 Cruz del
Pilar

04 Cruz de García

05 Vía Crucis Jesús del Alto

06 Cruz de Mayo

07 Cruz de Ismael

Cruces con leyenda

Cuenta en diferentes lugares del municipio con cruces que tienen su origen en acontecimientos trágicos y que fueron levantadas en recuerdo de aquel suceso, hoy estas cruces son el testimonio de la leyenda.

Cruz de Morales

(Calle Lucena)

Cuenta la leyenda que … La única palabra que dijo aquel hombre cuando entró en la barbería fue la siguiente:
– Afeita bien al General Prim.
El aludido con el nombre del ilustre político y militar era un hombre bajito de cuerpo y de una cara enjuta, que al oír al recién llegado volvió su cabeza, mitad pelo y mitad espuma, y deteniendo la helada mano del barbero, contestó:
– Yo te lo diré cuando termine.
Y continuó el maestro su higiénica tarea.
José, que así se llamaba el supuesto General Prim, terminó de afeitarse, y Morales, que fue el que hizo la alusión, se levantó para ocupar a su vez el sillón del “sacrificio”. Y nada más hubiera ocurrido si Morales no hubiese insistido, porque José pagó tranquilamente, descolgó su sombrero de un mohoso clavo y se despidió, dando por olvidado el incidente con un:
– Quedarse con Dios.
En este momento, Morales que se dirigía, como hemos dicho, a entregarse en las manos del maestro, se volvió hacia José, y despiadadamente preguntó:
– ¿No decías que cuando terminaras ibas a decírmelo?
José volvió rápidamente, y desenvainando un afilado cuchillo se dirigió a Morales y contestó:
– Esta es mi respuesta para un deslenguado. Y entre los dos hombres se entabló la lucha.
Morales cogió una enorme tranca y descargó un golpe contra José, con tan mala suerte que la tranca se partió en el suelo, y al incorporarse para recoger un trozo, y seguir luchando, José hundió su cuchillo en el cuerpo de Morales, que calló exánime al suelo, inundándolo de sangre. Esta es la estúpida historia de la cruz que existe en la calle Lucena, donde estaba instalada la barbería de referencia. Digo estúpida, porque parece mentira que antiguamente se mataran dos hombres por una simple alusión, y máxime siendo una alusión que en nada perjudicaba a la moral del aludido, aunque también hay que reconocer que si Morales vio que su broma había sentado mal a José no debía nunca haber machacado sobre ella y, sobre todo, con la jactancia que lo hizo, cuando José, olvidándolo todo, se despedía. En la actualidad existe esa cruz, y hasta alumbrada con luz eléctrica, y adornada siempre con flores frescas, gracias a la caridad de todos los vecinos de esta calle, que reúnen todos los meses los fondos necesarios para que nunca se extinga la luz en la cruz del desgraciado Morales.

Cruz del Oratorio de la Misericordia

Intersección Calle Carrera y Calle Córdoba

Cruz del Oratorio de la Misericordia en la intersección Calle Carrera y Calle Córdoba Tiene su origen en la ermita del llamado “Cementerio Viejo”, muy próximo a este lugar, donde estuvo hasta principios del siglo XX, cuando se construyó el bello Cementerio nuevo del camino de Jesús del Alto. En el libro “El Chato de Benamejí” de 1878, conservado en el Museo de Benamejí, se relata cómo la amada de “El Chato” habita la ermita del cementerio viejo y muere sobre la tumba del famoso bandolero. Este oratorio es hoy testimonio único de la existencia de ese cementerio y de su ermita. Se cuentan historias de la primitiva ermita como la acontecida a Felisa, que prendida por las velas corrió ardiendo a arrojarse a los trigales, donde se consumió. Cuentan también cómo los cortijeros de Río Anzur dejaban a su paso donativos t aceite para las velas, que en tiempos de necesidad las gentes quitaban para echarlo al pan. Francisca Díaz Caballero cuidó la ermita primitiva del cementerio así como después este oratorio hasta su muerte, quedando hoy al cuidado de sus descendientes. Trasladado a este lugar en 1967, y construido en terrenos donados por las hermanas Rosario y Martina Nieto del Pino, el actual oratorio del Cristo de la Misericordia dio nombre a este barrio y a finales del siglo XX a la actual calle Sevilla. Está en la zona conocida de antiguo como “El Ejido”, después “La Ronda”, y queda cerca del llamado “Callejón de los Muertos”, llamado así por pasar los ataúdes camino al cementerio viejo. Su blanca fachada, muestra molduras de yeso, remates cerámicos, cruz de hierro, procedente de unas de las antiguas tumbas del cementerio viejo, y puertas de clavos con originales enrejados. Su interior está pintado desde su origen con el tradicional verde de Benamejí y recupera la tradición de formas en yeso con su retablo de obra y su bóveda de aristas. Conserva además el antiguo lienzo popular del crucificado conocido como Cristo de la Misericordia, y bellas litografías y exvotos de plata, de entre los siglos XVIII y XIX, de gran valor etnográfico y todo un conjunto barroco y teatral procedente de la ermita original. Tanto el lienzo como varios crucifijos de su interior se hallan “vestidos” con las tradicionales coronas de flores de talco propias de Benamejí, que aún hoy se siguen fabricando artesanalmente. Está en lugar de mucho paso, por el que muchas personas conservan la costumbre de santiguarse, detenerse a expresar sus deseos, recitar antiguas letanías o asomarse a admirar su interior. Durante el mes de mayo, el oratorio, al que además se conoce popularmente como “La Cruz”, forma parte del conjunto de cruces de mayo que se visten con flores y cobres, momento del año en que se adorna y se abre para mostrar su singular belleza antigua, auténtica y popular, rescatada hoy.

Cruz del Pilar

Plaza del Pilar

La Cruz del Pilar se encuentra en la Plaza del Pilar, rincón de gran encanto situado en la calle carrera en uno de los lugares de más tránsito del municipio. Con motivo de la festividad de las cruces de mayo los vecinos engalanan esta cruz que recuerda el periodo que Benamejí perteneció a la orden de Santiago, pues fue esta villa donada a dicha orden en 1254 por Alfonso X “el sabio”.

Cruz de García

Calle Martínez Victoria

Situada en la Calle Martínez Victoria, cuenta la leyenda que … El vino. He aquí un elemento que, cuando de él se abusa, el hombre se transforma en un muñeco, en una fiera, en una salvaje, en un ladrón, en un criminal, tirando al arroyo todas las virtudes que lo adornan y suplantando su personalidad con otro segundo hombre que es un reverso de su propia medalla, y que no siente el menor escrúpulo en cometer toda clase de atrocidades, bajo la impunidad de su estado inconsciente. Y así vemos que hombres que en su estado normal son ejemplos de honradez, de formalidad, de discreción y de dignidad, una vez embriagados se degeneran y asombran a los demás hombres cuando lo ven hecho un verdadero estropajo, maldiciendo, blasfemando, difamando y cometiendo toda clase de indignidades; tanto les asombra que les hace exclamar:
– “¡Parece mentira lo que hace el vino; tan buena persona como es cuando está fresco!”.
Uno de esos hombres era nuestro buen García. Honrado, trabajador y sin más afán que el de llevar su casa adelante con el esfuerzo de su trabajo. Mas he aquí que un día, quizás sin venir al caso, se reunió con otros amigos y cogió una monumental borrachera; y como él creía que, por haberle costado el dinero, tenía por necesidad que exhibirla, fue con los amigos, también bebidos, paseándola por el pueblo, hasta llegar al Pilar, donde había instalada una garita que albergaba al “guarda de consumos”, llamado José. Era una noche del mes de diciembre, y como hacía mucho frío, José tenía tapada con una estera la mitad de la garita, y en el momento del suceso se dedicaba a mover un poco de candela de picón que tenía depositada en una miserable lata. Mas he aquí que cuando más tranquilo estaba se le presenta García con ánimo de apagar su candela, insultándolo y maltratándolo, lo miso de obra que de palabra. José fue prudente. Recomendó a sus amigos que se lo llevaran, pero como todos éstos estaban a la misma altura de embriaguez que su compañero, poco caso hicieron, y García continuó hostigando a José, tanto, que José, colmada ya su paciencia, se levantó súbitamente, y cogiendo del rincón de la garita una escopeta, perdida la noción de su responsabilidad, hizo un disparo contra García, quedando este muerto en el acto, víctima del insolente estado en que el alcohol lo había sumergido. Esta cruz es la que existe en la calle del Pilar, adosada a los muros de la iglesia, y es la mejor que se conserva en el pueblo, teniendo siempre luz eléctrica encendida, y perfectamente cuidada, debido a la generosidad de don Antonio Velasco Lara, muerto durante la guerra de liberación, y continuada esta caritativa obra por su respetable familia.

Vía Crucis Jesús del Alto

Camino Jesús del Alto

Continuamos la ruta con la subida al Santuario de Jesús del Alto. En el trayecto del núcleo urbano hasta la llegada al Santuario podemos admirar las cruces del camino, recientemente recuperadas y originales de un Vía Crucis del siglo XVIII.

Finalizaremos el recorrido visitando a la patrona de Benamejí, la Virgen de Gracia Coronada, escultura del siglo XVIII de gran categoría artística. El Santuario se convierte en una atalaya desde la que podemos disfrutar de unas espectaculares vistas sobre el centro de Andalucía.

En el regreso al municipio bordearemos el Mirador de La Grieta. Balcón natural sobre el río Genil. Uno de los fenómenos geológicos más estudiados en Andalucía.

Cruz de Mayo

Calle Carrera

La Cruz de Mayo está ubicada en la prolongación de la calle Carrera también conocida popularmente como “El Barrio”, una de las zonas más antiguas del municipio en la que el mes de mayo cobra un gran esplendor por el colorido de las plantas y árboles que, gracias al trabajo y dedicación de los vecinos, hacen posible este espectáculo de colores y olores. No existen testimonios escritos de la historia de esta cruz, sólo se conoce que es la cruz más antigua del conjunto y quizás está ahí en recuerdo a las muertes acaecidas por los deslizamientos de La Grieta a mediados de los años sesenta del siglo XX.

Cruz de Ismael

Calle Antequera

La Cruz de Ismael está situada en la Calle Antequera, cuenta la leyenda que …. Aquel mozalbete llamado Lorenzo era tan extremadamente corto y tímido, que, a pesar de estar profundamente enamorado de Luisa, jamás le dijo una palabra que hubiera dado lugar al establecimiento de aquellas relaciones amorosas tan deseadas por él… y quizás por ella. Eso sí. Muchos paseos por su manzana; muchas miradas de compasiva resignación; y algún que otro golpecito de tos esforzada al pasar por su puerta, y nada más. Y la cuestión era que ella también lo miraba, y alguna que otra vez la mirada dulce y almibarada de Luisa iba acompañada de una sonrisa de maravillosa complacencia. Todo eso lo sabía él, y lo había divertido, y sin embargo aquel maldito y apocado genio… Pero ya se acabó. Ya se terminaron las estupideces. Aquella noche estaba totalmente decidido. Y tan decidido, que aquel día se fue al campo, acompañado de un librito de “cartas amorosas”, y en pleno contacto con la naturaleza, sin testigos indiscretos que pudieran presenciar las ansias de su corazón, repasó, seleccionó y estudió a fondo los párrafos más importantes del librito que él creía de mayor fuerza persuasiva para conquistar de momento el corazón de Luisa. Y aquí tenemos a otro Don Quijote ensayando con las plantas y árboles el código de sus apasionados amores. Al olivo, con apostura donjuanesca, le dijo: “¿Qué me importa a mí la vida, si tus ojos de gacela no me miran?” Al jaramago le deslizó suavemente: “Un rinconcito en tu alma es todo cuanto te pido”. Y a una piedra, que en forma de monolito asomaba en el camino, le espetó en tono melodramático: “¿Por qué es tan duro tu corazón que ni aún me concedes un rayo de esperanza?” Y así pasó la tarde el buenazo de Lorenzo. Y llegó la noche y, sin probar bocado alguno, para que su cerebro estuviera limpio de toda ingerencia gastronómica, se acercó decididamente a la calle los Marqueses, donde vivía Luisa, con tantísima suerte, que ésta y otra amiga se paseaban tranquilas, sin presagiar la tempestad que sobre ellas iba a descargar. Y llegó la hora suprema, y Lorenzo se acercó a Luisa. Es cierto que le temblaron un poco las piernas, y que le latía fuertemente el corazón, pero se acercó. Y siguió junto a ella un gran techo, y no dijo nada, absolutamente nada, y estuvo tentado por liarse a bofetadas con él mismo, con ella, con la amiga, con cualquiera, pero ¡oh inspiración! De pronto el nudo de su garganta se deshizo, y deteniéndose en seco la miró aterradoramente y le dijo: – ¡Tú, tú…! Ya sabes lo que yo quiero. ¿No lo sabes? ¡Pues quiero lo que sabes! ¡Que te quiero! Ya lo sabes. Por si no sabes lo que quiero. Y ante este formidable lío, las dos muchachas rompieron en risotadas que partieron el alma de Lorenzo, pero tuvieron la virtud de serenar su espíritu atormentado, y habló, habló muy poco, pero lo bastante para que aquellas dos almas gemelas se abrazaran en la misma comunidad de sentimientos. Y Lorenzo tuvo por novia a Luisa, y llegaron a formalizar y organizar sus relaciones de tal manera, que todos los jueves y domingos, en la amplia reja de la casa de Luisa, Lorenzo incrustaba la frente en sus hierros y pasaban las horas más deliciosas de sus jóvenes vidas. Una de aquellas noches felices que Lorenzo pelaba la pava, pasaron por su lado los amigos, y uno de ellos le tiró imprudente del pico de la chaqueta. Otra noche volvieron a pasar y le tiraron un gran pedazo de barro que le ensució el traje. Otra, fue a acercarse a la reja y salió manchado de pintura, colocada de antemano en los hierros. Y así una noche y otra, los amigos abusaban del tímido Lorenzo de tan brutal manera, que su paciencia, instigada por la novia, que razonablemente le inducía a que no permitiese tales abusos, llegó a agotarse, y una noche, al despedirse de Luisa le dijo en tono amenazador: – “Verás como ya no abusan más.” Y efectivamente, ya no dieron más bromas pesadas, ni abusaron más del bueno de Lorenzo; porque a la vez siguiente, cuando se acercaron los amigos, Lorenzo se desprendió de la reja, sacó una antigua pistola y disparó sobre el grupo. Uno de ellos cayó sobre el pavimento de la calle y los demás huyeron aterrorizados. Cuando acudió gente y salieron los vecinos, encontraron que el caído era un muchacho llamado Ismael, que vivía con sus padres en la parte baja de la calle Antequera, y seguramente el más íntimo de los amigos de Lorenzo, y quizás no habría intervenido en bromas algunas. Lo cierto fue que Ismael estaba muerto, y que aquel idilio amoroso, tanto tiempo esperado, y alcanzado a costa de tantos esfuerzos por el tímido Lorenzo, quedaba roto, y quizás para siempre, dándonos un alto ejemplo para que la formalidad y seriedad entre los hombres sea la guía que los conduzca en el proceso de sus relaciones. Esta cruz es la que hay en la calle Antequera, esquina a la calle Carrera, y por lo que habrá deducido el lector, su instalación le pertenecía en la calle de los Marqueses, lugar del suceso. Pero hay que tener en cuenta que los padres de Ismael vivían como hemos dicho en la calle Antequera, y para tener la cruz más cerca de su casa, y poder alumbrarla y rezar en ella todas las noches, los padres de Ismael la instalaron en el lugar que hoy ocupa.

La ruta finaliza con un paseo hacia el punto de partida disfrutando del trazado urbano que diseñó Hernán Ruiz II.